La segunda obra de Morphine apareció en las tiendas el año 1993 y ya no son una sorpresa, son una realidad. Siguen con su original concepción del pop, con la batería, el saxo, el bajo y la profunda voz. Crecen y evolucionan mucho las canciones pero sin dejar de ser únicos, nadie suena como ellos, aunque sea debido a su extraña instrumentación, no deja de ser cierto; además no es que suenen diferente, es que son muy buenos. Un gran disco, muy bueno. (8/10)
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