Estrenada el año 2008, es otra pequeña gran película del maestro Eastwood, que hasta en sus películas "menores" nos ofrece grandes momentos, grandes personajes y grandes reflexiones. En esta ocasión interpreta a un jubilado que tras morir su mujer se queda a vivir solo en un barrio invadido por inmigrantes coreanos que no le gusta ni un poco; pero poco a poco descubre que tiene más en común con sus vecinos que con sus propios hijos e intenta ayudarlos después de que tengan problemas con las bandas callejeras.
Vuelve un poco a su papel de justiciero de antaño, pero envejecido, lo que no deja de ser una metáfora de su propia vejez. Lo que no me gustó son lo papeles de los coreanos, en general están poco creíbles, y el doblaje al castellano es penoso. (7/10)
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